racismo vegetal

Aprovechar un domingo de buen tiempo, y tiempo libre...es esencial y muy saludable.
Hoy ha sido uno de esos.
Un día provechoso, recogiendo aguacates con mi familia: una de las estampas más anecdóticas y a la vez entrañables, con las que he disfrutado de ellos. Además, solo los cuatro.
Me he visto sumergida en una escena real que a la vez tenía mucho de fantástico.


También he aprendido (porque ha sido mi primera vez), que recoger aguacates no tiene ninguna ciencia más que encontrarlo de entre la selva de hojas del mismo color que pueblan las ramas de cada árbol.
Lo más divertido ha sido la escalada por encima del tronco hasta alcanzar los más elevados y sentarme y asegurarme la vida entre las ramas.
Me he visto tan metida en la faena que he cometido una caja y media de error.
¡Jamás pensé utilizar la caja como medida para mis equivocaciones!.
Pues sí. Sumida tan profundamente en mi quehacer, y sintiéndome útil y recogiendo y metiéndome por entre las hojas, saliendo por los alrededores, pasando de un árbol a otro debido a que sus hojas se mezclaban...me he pasado a una variedad que aún no estaba para recoger y ha pasado un buen rato hasta darnos cuenta...
Para mi los aguacates siempre han sido aguacates. Ahora, se ve que hay racismo en los vegetales.

La jornada terminó en una gran mesa donde nos juntamos varias generaciones, ya sí, a comer una paella -de esas famosas de la Chon- engulliendo sin parar a la vera de la candela...¡¡gran recompensa!!
El resultado: treintaysiete cajas + una y media  =)

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